
Dentro del programa AFRICA SONRIE, instaurado a raíz de mi primera visita en diciembre de 2017, en febrero de 2020 pudimos instalar la Clínica dental en el SJOGH en Mabesseneh, un área rural de Sierra Leona a unos 120 km de Freetown. Como sabéis, 2020 fue el año de la pandemia COVID 19 y no pudimos iniciar la actividad hasta marzo de este año. Ahora, hace 10 días que acabo de volver de mi tercera estancia en Sierra Leona y ha vuelto a ser, como las otras veces, una experiencia intensa en todos los sentidos.
El horario de trabajo, aunque dependía de mí, fue de 8:30 a 14:30 horas. Dependía también de la corriente eléctrica que va por franjas horarias, de tal manera que las primeras visitas las hacíamos con luz natural. El trabajo diario fue aumentado a medida que pasaban los días. Los últimos días se incrementó considerablemente la demanda de tratamientos, que, aunque económicos, pocas personas podían asumir. En esta ocasión, el SJOGH, pensando en la viabilidad de la clínica, ha puesto una tarifa para visita equivalente a 1,75 €, y para extracciones y obturaciones de 4,5 €. Tuve la colaboración de dos jóvenes enfermeros que hacían de auxiliares dentales, con ganas de aprender y por las tardes hicimos para ellos seminarios de formación de temas odontológicos que teníamos preparados.
Los pacientes tienen muchas necesidades de tratamiento, tras la inspección y superado el primer impacto por la patología observada, realizamos lo más urgente y necesario. En ocasiones varios tratamientos por el pago de uno. Así fueron todos los días hasta el último que acabé una hora antes de dirigirme al aeropuerto. Los pacientes, en general, fueron buenos pacientes, aceptaban las explicaciones, muy agradecidos, especialmente los jóvenes y niños. Después de los tratamientos estaban sorprendidos de no haber tenido dolor, y preguntaban cuando podían volver, les dije que en diciembre…, en marzo…. A quienes se animen a colaborar en este proyecto les puedo decir que les están esperando con los brazos abiertos, y también puedo asegurar a los que vayan que serán muy felices con esta experiencia.
Durante toda mi estancia no tuve tiempo de aburrirme. Después de comer en el hospital y de descansar un poco hice caminatas por los alrededores, conociendo el modo de vida de los lugareños. Los niños alegran las calles, jugando, felices, inocentes, muy comunicativos con los extranjeros que somos pocos. Casi todos te ofrecen una sonrisa, con unos dientes grandes y blancos, y por fuera se les ve saludables. El paisaje es espectacular, todo verde, muchos árboles, muchos de mangos y palmeras que hacen sombra a las casas. En general se ve a la gente pobre, comen poco, sobre todo arroz, pocas proteínas y no desechan nada de comida.
Ya de vuelta, en Lungi, cerca del aeropuerto, visité otro centro sanitario que tienen los Hermanos de San Juan de Dios. Allí impacta aún más la pobreza de los alrededores y sus necesidades. Allí tienen un despacho con un sillón dental, una donación de algo inservible de hace años, pero lo que falta es personal sanitario y sobre todo un dentista voluntario. El centro lo dirige el Hermano John, joven, de unos 30 años, jovial, sonriente, está esperándonos con los brazos abiertos.
Dr. Abel Cahuana Cárdenas