Entrevista con Jenny Suárez, noviembre de 2018

Con motivo del aniversario del hermanamiento del Campus Docent Sant Joan de Déu con la Escuela de Enfermería de Mabesseneh en Sierra Leona, el Campus quiso hacer un reportaje conmemorativo, que está actualmente disponible en el número 264 de la revista Información y Noticias (IN). En él, además de un artículo de la directora del centro, Dra. Amèlia Guilera y algunos testimonios, se puede leer también una entrevista a Jennifer Suárez, que ha sido durante estos últimos años la persona de referencia del proyecto.

Por cuestiones de espacio, no obstante, se tuvo que dejar gran parte de esa entrevista en el tintero, razón por la cual hemos querido mostrarla íntegramente. En ella se tratan temas muy diversos e interesantes: desde los orígenes del hermanamiento y los objetivos que persigue, pasando por los logros conseguidos y los retos todavía a batir. También se habla sobre las consecuencias de la epidemia del Ébola, la opinión de Jenni sobre el sistema educativo en Sierra Leona, sus inicios en el proyecto o su experiencia con la comunidad de Mabesseneh y Escuela de Enfermería. Esperamos que la disfrutéis y os sirva para conocer y comprender mejor la cultura de Sierra Leona y acercaros a la vida de sus maravillosos habitantes.

¿Qué es un hermanamiento y en qué consiste?

El hermanamiento es un acuerdo firmado entre dos instituciones que se comprometen bajo unos requisitos (unos valores en el caso de San Juan de Dios), a cumplir una serie de funciones que les puedan beneficiar y aportar diversas cosas a ambas. En el caso de Sierra Leona, se ha formado un convenio entre dos instituciones que son homogéneas. Nosotros somos una Escuela de Enfermería y ellos también.

¿Cuál es el objetivo?

Para mí, el objetivo de este hermanamiento es cooperar y compartir y gracias a ello, ir ambas partes a mejor. Cada una tiene unas características que se complementan. Desde el Campus damos mucho suporte a nivel académico, de gestión y demás. Desde Sierra Leona, nos permiten vivir la experiencia y nos acogen. Hay una relación de reciprocidad que está bajo los valores de San Juan de Dios.

¿Cómo surgió la idea?

El programa de hermanamiento del Campus con la Escuela de Enfermería viene a raíz de la creación de la propia escuela. En el año 2005 comienza un programa de hermanamiento entre el hospital infantil y el hospital de Sierra Leona. Había una necesidad inminente de profesionales sanitarios, entonces se decidió crear la escuela en el 2007. A la hora de crear la escuela, se necesitó el apoyó de una institución, de una escuela de enfermería que pudiera ayudar con el tema de la gestión académica y así fue como surgió el hermanamiento con el Campus.

¿Qué se ha conseguido en estos 10 años?

Se han conseguido muchísimas cosas. No me acuerdo ahora de los informes, pero creo que se han becado a más de 35 estudiantes a lo largo de estos 10 años. Se ha enviado muchísimo material a la escuela, lo que ha permitido, entre otras muchas cosas, que el aula de simulación y de habilidades clínicas que tenemos sea la mejor del país. Muchos de nuestros profesionales han ido allí para hacer formación, como en el caso de Óscar Bautista. Óscar estuvo hace poco en la escuela, gracias a la posibilidad de hacer intercambios y de generar nuevos proyectos. Y también profesionales de Sierra Leona han venido a Barcelona. Hace cuatro o cinco años nos visitó la jefa de estudios del programa de las enfermeras comunitarias. Y aunque el intercambio no es muy recurrente, sí que se incentiva mucho.

Yo comencé en el año 2016, cuando empezó a desarrollarse el programa de State Registered Nurse (SRN) a raíz de la unión de varias instituciones. Esto permitió que el Campus fuera la responsable del soporte académico y administrativo de la escuela. A partir de aquí se detectaron más proyectos y han ido saliendo cosas.

No es un logro del Campus, pero sí que es verdad que ha sido un logro de la detección y la identificación de necesidades el que ahora los alumnos van a tener placas solares. Por otra entidad y otro proyecto, pero si no se hubiese detectado que había un problema con la electricidad a lo mejor eso no hubiese salido. Hasta hace poco Dani Martín estuvo en Sierra Leona llevando a cabo un programa de instalación eléctrica.

Por el mismo motivo, un grupo de estudiantes de la UPC hizo una estancia durante un mes en la que se dedicaron a montar la instalación del wifi, revisar ordenadores, dar clases de informática a profesores y demás.

Y gracias a Carlos Nebot, que es el coordinador del prácticum en el Campus, se ha podido desarrollar un programa de prácticas clínicas, ya que en el país no hay. Las políticas en este sentido son complicadas de llevar a cabo porque el país está ahora mismo en un momento de cambio a nivel general. Desde el ministerio, desde la parte más político-administrativa, hasta la documentación, todo se está recreando. Y sí que es verdad que, en este sentido, desde la Escuela de Enfermería estamos a la vanguardia. Muchos de nuestros documentos los utilizan otras escuelas como referencia para ver cómo se deberían hacer las cosas. Y por aquí lograr eso no es fácil.

¿Qué queda por hacer?

Quedan muchas cosas por hacer, pero la verdad es que se va avanzando. En cooperación las cosas no van a velocidad luz y a lo mejor en tres, cuatro o cinco años los cambios que puedas implementar aquí, allá pueden tardar el doble. Pero sí que es verdad que desde que empezamos hasta ahora ha habido un cambio exponencial.

Cooperar es sinónimo de compartir y creo que uno de los objetivos del Campus es compartir con otras instituciones. Porque nos unen tanto los valores de San Juan de Dios como los valores de la profesión. Nuestra idea es crear alianzas con otras instituciones que nos permitan expandir lo que tenemos y permitirnos un mayor intercambio con profesionales.

Otra de las líneas de desarrollo es fortalecer al propio personal de enfermería que está ya trabajando. Sí que es cierto que estamos formando enfermeras para una categoría superior. Aquí todas somos enfermeras, pero allí es un poco más clasista.

En cualquier caso, el personal que está trabajando en hospitales también tiene que seguir aprendiendo y tratamos de acercarles cursos y programas que les permitan continuar estudiando. Y no solo a las enfermeras, también a los profesores. Esto hasta ahora no existía, no había un plan de formación. Se hacía formación, pero de forma muy exigua.

De quedar por hacer, son muchas las cosas que quedan por hacer, pero poco a poco. Con lo que tenemos y con las líneas que van saliendo hay trabajo para 10 años más.

¿Se está preparando algún proyecto nuevo, algún curso o programa?

Sobre todo, estamos buscando alianzas con otras instituciones, no solo universidades. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS). Si pudiéramos tener alguna alianza para poder hacer formación y realizar proyectos sería estupendo.

En cuanto a cursos, este año comienza el Nurse Midwifes Tecnicians. Como no estoy en Sierra Leona, no sé si habrá comenzado ya o no. Pero la idea era encaminar este proyecto que se está haciendo a nivel nacional y al que nuestra escuela tiene que ser capaz de dar respuesta.

¿De qué trata Nurse Midwifes Tecnicians?

Estas enfermeras son enfermeras generales especialistas en matronas. ¿Qué pasa? Que hasta ahora las enfermeras que se estaban formando a nivel nacional eran enfermeras comunitarias, que tenían competencias limitadas para trabajar en hospitales. Pueden trabajar en hospitales, pero hay cosas a nivel de pensamiento crítico o de proceso de atención de enfermería y demás a las que no llegan. Son cosas muy pequeñas, que no se tratan en el plan de estudios y que por tanto no tienen por qué saber. Pero de estas enfermeras hay unas cinco mil en todo el país. Ahora se ha dejado de formar a estas enfermeras, porque el gobierno se ha dado cuenta de que las competencias que tienen son básicas y ahora las que quieren formar son las Nurse Midwife Tecnicians, que son enfermeras con más competencias a nivel hospitalario, pero básicas como matronas. ¿Y por qué básicas como matronas? Porque Sierra Leona es el país que tiene mayor mortalidad materna, alrededor de unas mil trescientas mujeres muertas por cada cien mil nacidos vivos. Es una barbaridad y es un problema enorme de salud pública. Entonces el Estado intenta que el profesional que se forme vaya encaminado hacia eso. También por la falta de médicos. En nuestro hospital tenemos tres médicos actualmente.

¿Solo tres para todo el hospital? ¿Y cuántas enfermeras hay?

Enfermeras habrá unas cincuenta, pero son enfermeras comunitarias, que con esto no quiero decir que, porque tengan un plan de estudios limitado, ellas tengan competencias limitadas dentro del hospital. Al fin y al cabo, son las que toda la vida han llevado el hospital adelante y el hospital no ha dejado de funcionar y los pacientes siguen recuperándose. Son enfermeras, sobre todo las que llevan muchos años, que tienen muchísima experiencia y que están a la altura de cualquier enfermera. Las cosas para las que puedan tener dificultades son mínimas, pero son cosas básicas que, si no te las han explicado, no tienes cómo saberlas.

El país está enfocado en formar a las Nurse Midwifes Tecnicians y está enfocado en formar también las SRN, que sería una categoría superior a las NMT. Las State Registered Nurse (Enfermeras Registradas del Estado) son enfermeras con competencias equiparables a cualquiera enfermera de aquí y que pueden ocupar cargos en el hospital. Las NMT no sé si podrán ocuparlos, pero las comunitarias no pueden ser jefas de enfermería o supervisoras de planta, aunque que la realidad luego es distinta. Porque cuando tienes dos SRN para todo el hospital y cincuenta enfermeras comunitarias, ya me dirás lo que haces. Pero bueno, oficialmente, lo que la ley dicta es esto.

Nosotros fuimos la primera escuela privada en obtener el programa para formar SRN.

Entonces aparte de los estudiantes que nos han entrado por matricula, el Estado nos ha enviado a treinta estudiantes más para formarse en este curso, que son enfermeras comunitarias que quieren ampliar su certificación académica.

Ahora mismo estamos enfocados en eso. Seguimos con los programas de tutorización de prácticas. También tenemos un programa a nivel de entender o comprender cómo es el cuidado, el cuidar, dentro de la profesión en Sierra Leona. En cada sitio el cuidar es diferente, incluso cada institución tiene sus particularidades. De momento lo que estamos haciendo es esto.

¿Has participado en el proyecto desde el principio?

En el hermanamiento no, pero en el proyecto de las SRN, sí. He estado desde que iniciaron el primer grupo con veintiún alumnos. Ahora tenemos doce, porque han ido suspendiendo y se han ido yendo. Pero bueno, ahora estamos ya por la tercera promoción. Cada año va en aumento.

¿Dónde estabas antes?

Estudiando enfermería. Durante la carrera comencé a relacionarme con Sierra Leona porque un verano tuve la oportunidad de trabajar con la jefa de estudios que vino de la Escuela de Enfermería. Yo hablaba un poco de inglés y le hice de acompañante. Hice muy buena relación con ella y entre las dos nos surgió la idea de un proyecto de comunicación entre los alumnos de aquí y los de Sierra Leona. Pero para ver eso, tenías que ir allí y estudiar si era verdaderamente viable y ponerte en comunicación con las instrucciones estudiantiles y demás. Desde dirección me invitaron a ir. Hice una estancia muy pequeña, estuve dos o tres semanas en el 2014. Pero poco después vino el ébola, se pararon los proyectos y todo se enfocó en la ayuda humanitaria. Hasta el 2016 no se pudo viajar de forma más segura y retomar el contacto.

El cambio de 2014 a 2016 fue bastante grande. El hermano Manuel Garcia Viejo, que fue uno de los españoles que trajeron al Carlos III, falleció y su muerte ha sido una pérdida irreparable en el hospital. La gente aún continúa hablando del hermano Manuel, sigue estando muy presente en la memoria, no solo del hospital, sino de toda la comunidad.

En junio de 2016 hizo otra estada antes justo antes de la graduación y en septiembre retomé el proyecto de comunicación. He estado durante 2 años y medio viviendo allá y viajando aquí.

¿En qué ha consistido tu trabajo?

Te podría decir que he hecho de todo. He dado clases de informática, de enfermería avanzada, de historia de la enfermería… Además, he sido coordinadora de habilidades clínicas y de las enfermeras del hospital a raíz de detectar otras necesidades. He sido la persona referencia de todos los grupos que trabajan en Sierra Leona. Si hacía falta alguna cosa, llamabas a Jenni. Allá también se me veía de esa forma. He sido coordinadora de prácticas clínicas, he sido administrativa porque ha habido mucha documentación que había que crear de cero, he arreglado mesas y sillas y he limpiado todo lo que había que limpiar. Definir un puesto de trabajo allí es complejo. No tienes a quién pedirle ayuda. No es que no puedas, de poder puedes, pero no tienes a quién pedirle ayuda. O te lo haces tú o trabajas con otra persona y marcáis objetivos.

Es divertido. Realmente, no te aburres. Es muy diferente de aquí. Es un reto.

¿Cuál ha sido tu experiencia?

La experiencia ha sido muy positiva. Maravillosa. Me ha hecho crecer como profesional. Es verdad que de haber estado aquí a lo mejor hubiese ido a más congresos, a más cosas, porque lo tienes más accesible. Allá no estamos en la capital, estamos en una zona rural y no hay muchas oportunidades para eso.

Mis estancias en Sierra Leona me han hecho crecer mucho como profesional polivalente, pero todavía más como persona. No solo he aprendido mucho de mí, también de una comunidad que me ha acogido y que me ha permitido ver cosas, que, a lo mejor de otra forma, por ejemplo, siendo turista, no hubiese visto. Se trata de una comunidad que para mí es totalmente fascinante. Soy cubana de origen y tenemos muchas similitudes. Mis raíces de alguna forma también vienen de West Africa. Cuando estoy en Sierra Leona pongo en valor las tres culturas que tengo, la cubana, la catalana y la sierraleonesa; un mix que para mí es maravilloso.

Es duro a nivel emocional la primera vez que vas porque tienes que empezar desde cero. Estás en un país del que no conoces las normas. Te defiendes un poco con el inglés, pero tampoco es que seas una nativa, y, al fin y al cabo, la realidad es diferente a la tuya. Que en el fondo no somos tan diferentes, eso lo he aprendido también. Pero bueno, a primera vista parece que sí. Hacer algo así siempre es un reto, pero yo creo que los retos te hacen crecer como persona, como ser humano y como todo.

Por lo que yo he podido ver o leer es una comunidad muy agradable, muy hospitalaria, que da muchos abrazos.

Ahora un poco menos, porque sí que es verdad que tras el ébola la gente ha perdido mucho el contacto. Supongo que tienen un poco de miedo. Pero es una sociedad donde sales a la calle y todo el mundo te habla, todo el mundo te saluda, todo el mundo te mira, todo el mundo interactúa contigo. Allá se llama interactuar. Todo el mundo. Niños, niñas, abuelos, abuelas, chicas… Todos son muy cercanos.  

A veces cuando regresas aquí tienes que cambiar el chip muy rápido, porque llegas y vas caminando por la calle y no te saluda nadie. Eres como invisible, pero allí es imposible ser invisible.

¿Con qué dificultades te has encontrado?

Me he encontrado con muchas, pero las que más me han impactado son las dificultades a nivel de cuestiones éticas del día a día. Por ejemplo, cómo enfrentar que tienes alumnos con problemas para pagar los estudios o esas alumnas que no han tenido qué comer y ves que están sentadas delante de ti y que se van a desmayar porque no han comido nada. Es algo muy corriente, seguramente debido al nivel económico de gran parte de la población, el que solo coman una vez al día, pero muy potente.  

También me ha impactado ver las condiciones en las que viven algunas de las alumnas. De momento, todas se alojan en el hostel, pero ahí ves las dificultades. Ves quien tiene un poco más de dinero y quien no tienen nada. O como profesora, ver cómo un alumno te suspende. Aquí no pasa nada si suspendes una asignatura, pero allá puede suponer que tengas que volver a pagar el año completo, más de 300 euros que a lo mejor no tienen.

Me he encontrado también dificultades a nivel socioeconómico de la propia población. Si antes del ébola tenían un nivel un poquito más elevado, con el post ébola han cerrado muchas instituciones. Por ejemplo, el cierre de las minas ha supuesto que más de mil trabajadores se queden sin trabajo. En esas familias solo trabajará una persona y las familias son muy grandes. Ahí lo habitual es tener entre cinco y seis hijos, porque tener hijos representa algo a nivel social. Y cuidar de todos esos niños y darles de comer con un solo salario es complicado porque, además, el concepto de familia no es solo mamá/papá, mamá/mamá, papá/papá, (que no se ve mucho, pero que puede ser), e hijos, sino que también están los tíos, los primos, los abuelos… por lo que al final, de un solo sueldo cuelgan dos o tres familias.

El caso más impactante, siempre lo cuento, es el del señor John. Es el director de una escuela de primaria y su sueldo no es muy alto, pero tiene 17 hijos. Son hijos que él acogió porque se habían quedado huérfanos a causa del ébola. Este señor ha sufrido ahora una serie de acontecimientos negativos para su salud: ha perdido una pierna y no puede trabajar, pero en contraparte, me sorprende la energía con que la gente se levanta cada día. Sierra Leona es un país muy religioso. Da igual en qué religión creas, siempre que creas. Hay musulmanes, católicos, budistas… que viven perfectamente y que se casan entre ellos sin que ninguno de los dos cónyuges tenga que cambiar de religión. Y el hijo, bueno, adopta una, la otra, las dos o la que quiera.  Para mí esto es algo maravilloso, porque es esta espiritualidad la que les permite levantarse cada día con tantos ánimos y seguir adelante. Aun cuando es una sociedad muy sufridora, porque lo es.

¿Te sientes satisfecha de lo que habéis conseguido?

Necesito trabajar mucho y ver resultados palpables para sentirme satisfecha. Hace unos años atrás ya empezaban a verse, pero yo no los había sentido, y en esta última estancia, en la que se abrieron tantos proyectos y salieron tantas cosas, comprendí que, desde el punto cero hasta ahora se había hecho muchísimo y que se iba a hacer mucho más. No solo eso, además hemos logrado implicar a varias instituciones en lo que creemos y hacerlas trabajar bajo una visión común. Estoy muy satisfecha.

¿Cuál ha sido el mejor momento que has vivido en estos años de hermanamiento?

Ha habido muchos, pero mira, el mejor momento fue en esta última estancia. De todas las que he tenido, esta fue para mí la más positiva. A finales de septiembre tuvimos la visita de la Organización Mundial de la Salud. Vinieron dos representantes a hablar sobre metodologías docentes y visitaron el Squills Lab, el área que tenemos de habilidades clínicas del hospital. Revisaron la documentación y las fichas que teníamos y dijeron que iban a poner en su informe que éramos un centro de excelencia nacional y que deberían venir personas de otras instituciones a formarse con nosotros. Porque de las nueve escuelas que habían visitado, solo la nuestra tenía un laboratorio de habilidades clínicas montado en el hospital y un área por y para los alumnos.

La señora soltó tal maravilla, que después de tanto tiempo y tanto luchar, tener el reconocimiento de la OMS en esta materia me hizo sentir muy orgullosa. Y justo ese día, después de la visita, nos reunimos con los alumnos para hacer el cierre de prácticas y pedimos opiniones sobre cómo había ido todo. Los alumnos terminaron cantándonos, nos pidieron que volviéramos el año que viene y nos dijeron que para ellos habían sido las mejores prácticas.

A mí ese día el corazón me estallaba en colores y arcoíris. Lo de la OMS está muy bien, pero tener el reconocimiento de los alumnos, que te digan: «Gracias por habernos ayudado a avanzar en este período, queremos más de vosotros», es una recompensa impagable. He tenido muchos momentos, pero este es uno de los mejores.

¿Qué crees que ha aportado el hermanamiento al Campus?   

Ambas instituciones han puesto en alto los valores de San Juan de Dios, sobre todo la hospitalidad. Cuando nosotros vamos allí, nos sentimos acogidos, sentimos la hospitalidad a flor de piel. No solo por la comunidad de hermanos, también por el entorno hospitalario y la propia comunidad. Creo que ese es un valor fundamental y que ratifica nuestro compromiso con el programa de hermanamiento.

Y también la satisfacción de ver que tu hermano va creciendo, que, si antes tenías que cargarlo, ahora está gateando es una satisfacción impagable. Ese orgullo de formar parte de lo que está pasando y que estamos ahí acompañando a que algo se haga. No creo que la visión sea por el hermanamiento, la visión al fin y al cabo son los pacientes. Si tú formas buenas profesionales, vas a tener a unos pacientes mejor cuidados, no solo a nivel técnico sino sobre todo a nivel humano. Y creo que todo eso son valores que se ponen de manifiesto en este hermanamiento.

¿A qué circunstancias se enfrentan aquellas personas que quieren formarse como enfermeros en Sierra Leona?

Muy buena pregunta. No es fácil la formación. Muchos programas son privados e incluso en las escuelas públicas, donde el Estado paga el 80-90% de la matrícula, el acceso es muy difícil. Los alumnos cuando acaban la secundaria tienen que hacer unas pruebas internacionales de acceso a la universidad en las que deben presentarse a nueve exámenes y tienen que sacarse cinco que sean necesarios para entrar en la carrera que quieren.

El mayor reto que veo es que a nivel nacional, dado que la formación de la primaria y la secundaria tienen carencias de profesorado, de metodología y de infraestructuras. Al ser un país con una economía, por así decirlo, fluctuante, la sanidad y la educación son los dos primeros ítems que se ven afectados y se nota mucho.

Por ejemplo, tengo alumnos que han aprendido a escribir en la carrera. Que yo no sepa inglés cuando no es mi lengua materna, lo entiendo, pero que en un país de habla inglesa los alumnos lleguen a la universidad y no sepan estructurar una oración, te hace ver el estado de la educación.

¿Crees que tienen oportunidades suficientes?

Depende mucho del «background» que traiga la persona y la familia. Si vienes de una familia acomodada (que entren dos salarios) o de una zona urbana, tendrás más oportunidades que si vienes de un entorno rural. La gente que está en zona rural, no toda, pero aquella que procede de aldeas que están muy adentro o que son comunidades muy pequeñitas tienen más complicado el acceso a la educación. No es que no vayan a la escuela, van a la escuela porque la primaria es obligatoria, pero luego no siguen, porque su rol en la sociedad, tanto en hombres como en mujeres, los lleva por otros caminos; ya sea a trabajar desde pronto, a cuidar la casa, etc. Dependiendo del lugar que tú creas que ocupas en la sociedad, te buscarás más oportunidades o menos.

¿Cómo mejorarías su acceso a la educación superior?

Antes de mejorar el acceso a la educación superior, que creo que es importante, hay que mejorar las bases de la primaria y la secundaria. Creo que es fundamental. Y solo mejorarán si las políticas gubernamentales lo facilitan.

Los alumnos están muy acostumbrados al dictado y a la clase magistral, pero flaquean en la escritura, la expresión y la comprensión, destrezas que se esperan de un estudiante que entra en la universidad. Así, se ven obligados a desarrollar esas competencias durante la carrera. Pero la educación no es muy inclusiva y sino desarrollas las competencias en el tiempo que tienes, suspendes y te echan fuera del programa. Entonces se dice es un mal alumno. No es un mal alumno, es que viene arrastrando una serie de vacíos en su educación que no le han dejado seguir el programa.

Los programas de enfermería son muy rigurosos, pero hay una falta enorme de profesorado. De enfermería no hay ningún máster. En medicina solo hacen los seis años de la carrera. La especialidad, el MIR, si la quieren hacer, se tienen que ir a otro país porque en Sierra Leona no existe. La estructura no está compensada. Tienes a médicos generales haciendo de cirujanos o ginecólogos porque han hecho un curso y nada más.

¿Qué significa para ellos la posibilidad de estudiar una carrera?

La posibilidad de crecer como persona a nivel social, económico y espiritual. Muchas personas apuntan a enfermería, no solo por vocación, sino porque es una forma de conseguir dinero. Si yo estudio una carrera, yo acabaré encontrando un trabajo, sobre todo con la falta de profesionales sanitarios que hay.

Pero, aunque hay mucha gente quiere hacer carreras, no hay apenas que quiera formación continuada. ¿Para qué quieren seguir estudiando, si ya tengo trabajo?

¿Cómo afectó a la Escuela de Enfermería la epidemia del Ébola?

El ébola afectó a la sociedad a todos los niveles. Hizo que cerraran fábrica, empresas, que los inversores ser fueran y que mucha gente se quedara sin empleo. Gente que estaba manteniendo a la familia y que cuando se puso enferma, no tenía dinero para pagar medicinas. Eso provocó que llegaran a morir familias enteras.

A la escuela en particular, le afectó con el cierre. No había alumnos ni suficientes profesionales. En Sierra Leona murieron cerca de 300 profesionales sanitarios. 300 profesionales sanitarios aquí, cuando se gradúan alrededor de 10.000 enfermeras al año, no es gran cosas. Pero cuando hay menos de 300 SRN en todo el país o cuando, como nosotros, disponemos de tres médicos para todo el hospital, 300 profesionales sanitarios son muchos. Esta es una de las razones de que se iniciara este proyecto.

¿Hay alguna cosa más que quieras comentar, título personal, algún tema que no hayamos tratado y consideres relevante?

Me gustaría que el hermanamiento siguiera dentro de otros diez, veinte, cincuenta años más. Aun cuando nuestra escuela hermana pequeña comience a andar, quiero que sigamos a su lado, acompañando y colaborando, porque al fin y al cabo se trata de eso.

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