Susana, 10 años.

No sería justo si no empezara recordando un nombre importante en estos 10 años: Manuel. Aún hoy me sigue costando hablar de él. Como ya escribí una vez, era capaz de reducir la medicina a un acto de humildad, de simplificar y sacar desde el alma hasta las manos la capacidad de sanar.

Diez años después. Diez años de trayectoria, de idas y venidas, de logros y de pérdidas. ¿Sabéis qué es lo realmente importante? ¡Lo realmente importante es que no lo dejemos caer! O no habremos aprendido nada de todo aquello.

No habremos aprendido nada de Fernando. Si no logramos ayudar a levantarlo entre todos, es que ni siquiera somos capaces, nosotros juntos, de emular lo que lleva haciendo Fernando toda una vida. Si no estamos ahora para vencer un ébola y sus consecuencias, es que cuando nos cruzamos con Fernando por el pasillo sólo lo vemos a él, y no somos capaces de ver más allá. No sólo pasa una persona… pasa la tenacidad, la fuerza, la fe, la perseverancia que si ahora ponemos todos es imposible que aquello no siga 100 años más.

Tengo tres hijos pequeños que han oído hablar de África, de Manuel, de Fernando desde las primeras nanas en su cuna hasta los cuentos de ahora… Es realmente difícil que tres personas que han crecido oyendo que la medicina nace a través del alma y que allí en el otro continente existe un mundo, algún día no llamen a la puerta de tu despacho, Fernando.

Ahora nosotros y después ellos con fuerzas nuevas.

Para no dejar lo realmente importante, todas y cada una de aquellas vidas, sin haber intentado levantarlas antes.

Susana

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